Las naves “la Boscaina” y “la Ferrara”.

Yacimiento de los Pecios de la Mortella II-III (1527)

Gran parte de nuestro patrimonio histórico sigue aún sumergido en el fondo de los océanos. Estructuras portuarias, ciudades que fueron devoradas por las aguas, o barcos hundidos constituyen evidencias arqueológicas de gran interés para comprender la conexión entre océanos y sociedades humanas durante milenios.



La arqueología marítima y subacuática es una disciplina científica que consiste en registrar, interpretar, recuperar, proteger y difundir ese patrimonio histórico-arqueológico sumergido o conectado con zonas costeras e intermareales. Su diferencia con la arqueología terrestre radica en el medio, particularmente en la especialidad subacuática, que implica el desarrollo de competencias específicas en el buceo, en las técnicas de registro y trabajo bajo el agua y en el establecimiento de protocolos especiales para la conservación de objetos y estructuras.



Los pecios (restos de naves naufragadas y/o sus contenidos) son “cápsulas del tiempo” que ofrecen, en tan solo unos metros cuadrados, indicios de la cultura material de la época, información sobre las rutas comerciales, la reconstrucción de eventos históricos y la vida a bordo, así como importantes datos para conocer la tecnología de construcción naval y las técnicas de navegación.

Proyectos DynCoopNet & ForSEAdiscovery:

Historia marítima y comercio atlántico en la Primera Edad Global (siglos XVI-XVIII)

El Instituto de Historia del CCHS-CSIC desarrolla trabajos de investigación en contextos náuticos a través de los proyectos ModernSHIP y ForSEAdiscovery. Los pecios Ribadeo I (Galicia, España) y Mortella II y III (Córcega, Francia), tienen como denominador común su pertenencia a la tradición constructiva mediterránea y a la historia de España. El objetivo de dichas investigaciones se centra en entender no sólo el episodio histórico que culminó con el hundimiento de estas naves durante el siglo XVI, sino también en comprender aspectos tales como su arquitectura naval y su rol en el contexto geopolítico del momento.

Las naves “la Boscaina” y “la Ferrara”.
Yacimiento de los Pecios de la Mortella II-III (1527)

En el siglo XVI, la construcción naval mediterránea gozaba de renombre en toda Europa, y los maestros carpinteros, en particular los de los estados italianos, eran codiciados por la calidad de su trabajo y el alto nivel de sus conocimientos técnicos. Esta cultura técnica desarrollada en el ámbito náutico mediterráneo es heredera de una tradición milenaria transmitida oralmente de generación en generación. Sin embargo, hoy en día es una gran desconocida, ya que a la escasez de documentación escrita se suma la escasez de documentación arqueológica y logística. Esta constatación ha llevado a que la construcción naval mediterránea durante la época del Renacimiento se haya convertido en un ámbito prioritario de investigación en los últimos treinta años.

En este contexto, el descubrimiento de los pecios de La Mortella (en la bahía de Saint-Florent, Alta Córcega) en 2005 y 2006, así como el hallazgo de una arquitectura naval del siglo XVI de tradición mediterránea, constituyen una valiosa fuente de información que podría contribuir significativamente a enriquecer esta documentación.

El hallazgo

Desde la antigüedad, Córcega ha sido una isla codiciada por su posición central y estratégica en el Mediterráneo occidental. En el norte, la bahía de Saint-Florent ha desempeñado el papel de puerta de entrada al mundo mediterráneo, ha sido lugar de intercambios culturales y comerciales, y teatro de enfrentamientos entre las grandes naciones europeas.

Dada la riqueza de esta zona marítima, el Centro de Estudios de Arqueología Náutica -CEAN- (ex-SEAS) se ha marcado como objetivo identificar los pecios y restos arqueológicos subacuáticos que atestiguan su azarosa historia a través de un programa de prospección arqueológica que comenzó en 2005.

En este contexto se localizaron los pecios de la Mortella, en la bahía de Saint-Florent (Cerdeña – Italia), cerca de las ruinas de la torre genovesa de la Mortella que le dio nombre.

Los pecios de Mortella II y III fueron descubiertos durante un programa de prospección geofísica que formaba parte de la elaboración de la carta arqueológica del patrimonio cultural marítimo de Córcega. Este proyecto fue llevado a cabo en la bahía de Saint-Florent por el Centre d’Etudes en Archéologie Nautique – CEAN entre 2005 y 2008, con un área total estudiada de unos 20 km² entre la costa y los 50 metros de profundidad, utilizando dispositivos de detección acústica y magnetométrica. Los dos yacimientos se hallaron mediante un SONAR de barrido lateral:

– El primero, llamado Mortella II, se localizó en octubre de 2005 a 48 metros de profundidad.

– el segundo yacimiento, a unos 700 metros al sureste del primero, denominado Mortella III, fue detectado en noviembre de 2006, a una profundidad de 38 metros.

En el momento de su descubrimiento, estos yacimientos se caracterizaban por la presencia de tumuli formados por grava y piedras de lastre que cubrían los restos de cascos de madera, así como por la presencia de material arqueológico representado principalmente por piezas de artillería, balas de cañón de piedra y anclas de hierro forjado.

Rápidamente se estableció un vínculo entre los dos yacimientos: la identidad tipológica de la artillería, en primer lugar, y la identidad de la naturaleza de la grava y de las piedras de lastre, además, puestas de manifiesto por un análisis petrográfico realizado en 2007, demostraron que los dos pecios estaban vinculados a un mismo acontecimiento histórico

 

Campañas de trabajo 2010-2021

Desde la localización del pecio de Mortella III en 2007, se tiene constancia de la existencia de dos túmulos cercanos, que podrían corresponderse con dos barcos hundidos o pertenecer al mismo navío.

En la campaña de 2012 se constata que se trata de un único barco, partido longitudinalmente. Las dos partes se separaron antes de llegar al fondo marino, tal vez como resultado de la onda de choque causada por el choque de la popa del barco contra el fondo, explicando así la presencia de dos túmulos. Esto es algo inusual, dado que los barcos suelen encontrarse apoyados en uno de sus laterales.

Los primeros restos del casco localizados corresponden a los extremos quemados de unas cuadernas que no dejan lugar a dudas sobre el violento incendio que consumió el barco antes de hundirse. La escasez de los artefactos arqueológicos presentes en el yacimiento atestigua el hecho de que es probable que la tripulación abandonó el barco llevándose lo que pudo antes de incendiarlo.

Lo más representativo de los artefactos era la artillería de hierro forjado, nueve tubos y ocho cámaras de culata esparcidos por el yacimiento y numerosos proyectiles de piedra, las cuerdas encontradas en grandes cantidades y parcialmente quemadas en la zona de proa del barco, y finalmente la cerámica de a bordo encontrada muy fragmentada y también alterada por el calor en la zona de popa.

Para el caso del pecio de Mortella II, hay que señalar que la disposición del yacimiento, aunque más pequeño que el yacimiento de Mortella III, presenta sorprendentes similitudes con este último:

    1. La orientación de los dos pecios es similar, con un eje general este-oeste.
 
  1. La distribución de los artefactos también es similar: Las cerámicas se dispersan esencialmente en la parte oriental de ambos yacimientos, que en el caso de Mortella III corresponde a la zona de popa. Esta evidencia arqueológica es, de hecho, lógica, ya que las zonas de estar y cocina estaban situadas en la popa del barco.

Desde un punto de vista práctico, hay que subrayar que la organización técnica y logística de esta excavación a casi 40 metros de profundidad es una operación compleja y costosa. A esta profundidad, una limitación importante son los tiempos de intervención muy cortos (50 minutos por buceador al día como máximo), que obligan a reunir equipos de trabajo numerosos para garantizar el número de rotaciones necesarias para completar los trabajos arqueológicos. Garantizar la seguridad de los buceadores es también una preocupación importante, impuesta a esta profundidad por la necesidad de largas paradas de descompresión.

Por último, para garantizar la buena conservación de los restos de las zonas excavadas que se descubren cada año -una superficie de unos 20 a 30 m2 por campaña-, es indispensable volver a enterrarlos. Se cubren con una lámina de geotextil al final de la excavación y, a continuación, con una capa de sedimentos destinada a crear un medio anaeróbico que garantice la buena conservación de los restos, en particular de la materia orgánica. Desde el punto de vista metodológico, hay que añadir que la comprensión de la organización del yacimiento y su estudio se vieron considerablemente favorecidos por la creación de un fotomosaico7 compuesto por más de 300 fotografías. Se ha ido completando año tras año y, para obtener un documento de trabajo a escala, se ha sometido a un meticuloso tratamiento posterior para corregir las distorsiones del objetivo y alinear las imágenes con nuestros levantamientos topográficos. Este documento de trabajo, realizado por Christoph Gerigk, ha mejorado la agudeza de nuestras observaciones.

Campaña de 2010

Durante esta campaña comenzó la excavación del pecio, que consta de dos complejos arqueológicos distintos: el primero está representado por un gran túmulo (túmulo A) de aproximadamente 35 m de largo y 12 m de ancho, mientras que el segundo, el túmulo B, es de menor proporción, 20 m x 10 m; ambos túmulos convergen y se encuentran en la parte noreste del yacimiento. Se elevan poco más de un metro por encima del nivel general del fondo y están recubiertos de una espesa capa de gravilla de lastre y piedras de río que ocultan los restos de la nave. La observación de la extremidad calcinada de las cuadernas al nivel de una parte de los primeros ligazones, no dejan lugar a dudas sobre el violento incendio del que fue víctima el navío antes de su hundimiento.

Uno de los objetivos prioritarios de la campaña de excavación de 2010 fue la observación de las técnicas constructivas empleadas para avanzar, si es posible, las primeras hipótesis sobre los orígenes del navío. También se trataba de determinar la naturaleza de los restos localizados bajo el túmulo B e intentar determinar si estaban vinculados a los del túmulo A o si eran independientes y eran independientes y probablemente albergaban un segundo pecio.

Primera y Segunda semana

Durante la primera semana de excavación se realizaron todas las tareas necesarias para ubicar y dotar los puestos de trabajo y laboratorios que albergaron los materiales provenientes de la excavación.

 

No será hasta la segunda semana (14 de septiembre) cuando comiencen las inmersiones. En un primer momento se fotografía y filma el yacimiento, tras lo cual comienzan los trabajos de limpieza del pecio. Los primeros restos que salen a la luz son diversas balas de cañón que, junto a la madera carbonizada, ya dejaban entrever que en el lugar había tenido lugar una violenta batalla naval.

 En los días sucesivos (15-19 de septiembre), los trabajos continúan lentamente, quitando mediante la motobomba el sedimento compuesto de graba, empezando a vislumbrarse los primeros restos del armazón del navío.

Tercera y Cuarta semana

Prosiguen los trabajos de extracción del sedimento que cubre el pecio, pobre en materiales arqueológicos, únicamente algunos fragmentos de cerámica.

Empieza a mostrarse la estructura de la nave y los restos de madera quemada que habla de los motivos de su hundimiento.

Se multiplican los trabajos de documentación de los restos, tanto con fotografías como con dibujos.

Se abre en paralelo un nuevo sondeo en el tumulus B, suponiendo que podría ser un segundo pecio.

Durante la cuarta semana, el pecio está prácticamente excavado, y se pueden comentar los trabajos para documentar la técnica constructiva empleada en la construcción de la nave.

Quinta y Sexta semana

En la quinta semana los trabajos se centran en el tumulus B de Mortella 3. Los primeros resultados hablan de otro pecio diferente al excavado en el tumulus A.

Mientras continua la excavación sobre el barco, y se comienzan a tomar muestras para dendrocronología.

Durante la última semana se terminan los trabajos de excavación de esta campaña y se procede a proteger el yacimiento.

Campaña de 2012

El objetivo principal de esta campaña era reunir la información necesaria para poder reconstruir la estructura y geometría del pecio, así como los métodos y técnicas de construcción utilizados. En estos momentos ya se trabajaba con la posibilidad de que se tratase de una gran nave mediterránea del siglo XVI.

Para cumplir con los objetivos, se llevó a cabo un estudio completo de los restos del pecio, así como de la artillería y el equipamiento de a bordo localizado. Habida cuenta de las dimensiones del yacimiento y de la superficie de las zonas que debían excavarse para alcanzar estos objetivos, se estimó que serán necesarias un mínimo de tres misiones.

Como resultado mas destacado, durante esta campaña se consigue dilucidar que se trata de un solo navío, el cual se había roto en sentido longitudinal, a lo largo de la extremidad babor de las varengas.

Primera y Segunda semana

Al igual que en la primera campaña, la primera semana de la campaña se centra en cuestiones logísticas sobre la futura excavación. Se habilitan espacios para el almacenaje del material, se fijan anclajes al fondo marino para estabilizar las motobombas y se prepara un sondeo de 25 m² en el tumulus B.

La segunda semana de excavación se dedicó principalmente a dos tareas, la excavación de una zona de 25 m² en el tumulus B y la limpieza y retirada del geotextil de la zona de excavación de la campaña de 2010.

Día tras día, las estructuras de madera que aparecieron rápidamente en nuestra zona de excavación del tumulus B y se vuelven cada vez más coherentes. Por fin, se tiene respuesta a una de las preguntas importantes de nuestra misión de 2012: el tumulus B contiene el lado de babor del barco situado bajo el tumulus A. En estos momentos se desconocen los motivos que provocaron la ruptura longitudinal del barco, pero todos coinciden en la violencia del acontecimiento, bien por la explosión de la santabárbara o por el choque con el fondo marino.

Tercera y Cuarta semana

En paralelo, los trabajos en el tumulus A avanzan a buen ritmo. Se siguen descubriendo partes estructurales de la nave, como por ejemplo la quilla o el sistema de agarre del palo mayor.

El sistema de enraizamiento del mástil principal que nos ocupa se parece bastante al observado en el pecio Lomellina por el equipo de Max Guérout (GRAN). Al mismo tiempo, estamos seguros del origen mediterráneo del pecio, una segunda cuestión importante de nuestra misión que ha sido respondida.

Paralelamente se emprende un minucioso estudio de la composición de la grava y de las piedras de lastre. Una piedra de basalto, otro elemento que vincula nuestro pecio con Italia, resulta especialmente interesante. Podría relacionar el barco con su origen en Italia y más concretamente por uno de sus puertos cercanos a un volcán, Nápoles, Catania…

Campaña de 2013

Durante esta campaña, la excavación se localizaró principalmente en dos sectores de unos 20 m², situados en el extremo delantero del pecio, en la parte suroeste del yacimiento, y en el lado de estribor al pie del palo mayor. El objetivo de la excavación de este sector es esencialmente responder a cuestiones problemáticas relativas a las proporciones del barco, en concreto el tamaño de la quilla, poder obtener una sección completa y conocer las proporciones generales de toda la estructura que se derivan de ello.

Primera semana

Desde las primeras inmersiones empezaron a aparecer trozos de madera bien conservados y restos de cuerdas. Se descubren también varias balas de cañón pequeñas, de roca volcánica, probablemente de origen italiano, que se encontraron a estribor de la quilla. Se pudo documentar también un nuevo cañón de hierro forjado con un cañón anillado. Tenemos tres categorías diferentes de balas de cañón: las encontradas este año miden 12,5 cm de diámetro, mientras que las de gran calibre miden entre 15,8 y 22,4 cm. Cada tamaño corresponde a un peso de 1-1,5 kg, 6-7 kg y 16-17 kg respectivamente. Las variaciones de peso se deben a la naturaleza de la roca utilizada.

Como en anteriores campañas los primeros días se destinan a reacondicionar el barco, volver a colocar el amarre y retirar la cubrición y sedimentos que se habían depositado sobre el pecio.

 

A medida que avanza la excavación, seguimos encontrando numerosos restos de cabos, conservados en concreciones o parcialmente carbonizados. Éstos presentan todas las características clásicas de las maniobras comunes e inactivas de un navío. En la fase de excavación, se tiene constancia de que la quilla mide 26 m, por lo que se puede deducir que se trata de un buque de más de 35 m de eslora total con una anchura de unos 10 a 11 m en la cuaderna maestra.

Segunda semana

Se siguen retirando los cañones de proa y despejando las partes visibles del pecio, para facilitar el sondeo y el fotomosaico. En el puerto, se preparan dos rejillas que permitirán realizar los sondeos transversales.

Con el paso de los días se sumergen las rejillas en ambas zonas de excavación mientras continúa la prospección de las dos zonas de excavación. En una de ellas se hace un nuevo descubrimiento importante: en el lado de estribor, encontramos el armazón principal del barco, en concreto la escotilla nº 27. Este era un segundo objetivo de la misión, determinar la sección y trabajar sobre la cuestión de la anchura del navío, para poder reflexionar sobre la cuestión del tamaño de su planta y, en definitiva, sacar conclusiones sobre la forma del navío.

Tercera Semana

Al principio de la semana se encuentra mercurio en una de las zonas de excavación. El mercurio se utilizaba principalmente en el proceso de extracción de oro y plata de la época, pero también se le atribuyen funciones medicinales, como el tratamiento de la sífilis y la sarna.

Se proceden a realizar secciones longitudinales y transversales de las dos zonas de excavación y a realizan las últimas observaciones sobre las características constructivas del armazón, sobre las conexiones y los métodos de ensamblaje de las piezas de madera.

Los últimos días se dedican a volver a enterrar el yacimiento. Las zonas de excavación se cubren con tela geotextil y las máquinas de succión se invierten para depositar una capa de sedimentos. Esta es una condición esencial para la buena conservación del yacimiento.

 

Campaña de 2019

La campaña de excavación de 2019 se centró en la quilla del navío y la curva de popa, que estaban bien conservadas bajo una gruesa capa de sedimentos. En paralelo, se planificó la cobertura fotogramétrica de la zona de excavación y la prospección de la zona situada al sur del Túmulo B con el fin de comprobar si existían indicios de la proa del buque en este lado del pecio.

Se tomaron también muestras de madera y la búsqueda de piezas con restos de albura para poder realizar un nuevo estudio dendrocronológico que complete el anterior basado sólo en dos muestras.

La excavación se completó cubriendo las zonas excavadas con una lámina de geotextil, cubierta a su vez por una capa de grava de balasto.

El estudio del yacimiento tropezó con un obstáculo importante, que es la profundidad a la que se encuentra el pecio, y las dificultades operativas que entrañan los trabajos arqueológicos a 47 m de profundidad. No obstante, es cierto que su vinculación histórica con el pecio Mortella III y el alto valor arqueológico que representaba hacían difícil concebir la finalización del proyecto Mortella sin llevar a cabo una incursión en profundidad en este yacimiento. Por este motivo se organizó una operación, pero sin duda representó un reto tanto técnico como logístico. A pesar de las limitaciones operativas y, en particular, del escaso tiempo de trabajo en el fondo del mar, el pecio del Mortella II resultó ser muy rico, tanto en por la información recogida sobre los restos del casco como por la contribución de sus artefactos a nuestro a nuestro conocimiento de la cultura material de la época.

Para garantizar una seguridad óptima de la operación, y teniendo en cuenta la acumulación de nitrógeno en los tejidos humanos, se decidió limitar los procedimientos a una inmersión de 25’ al día con descompresión con oxígeno. La draga fue alimentada por una bomba de agua de alta presión (5 bares-60 m3/h) situada en el U Saleccia, nuestro barco base de operaciones.

Al final de la excavación, se procedió a la cobertura completa de la zona de prospección: primero se colocó una lámina de geotextil sobre los restos. A continuación, se invirtió la draga para para devolver el sedimento y las gravas de lastre que se habían extraído inicialmente de la zona de excavación.

Campaña de 2021 (Mortella II)

En primer lugar, se pretendía realizar una observación general del yacimiento, llevar a cabo una cartografía completa y situar con precisión los restos arqueológicos visibles mediante un levantamiento topográfico. El objetivo de este trabajo era contribuir a la comprensión de la disposición y la dinámica del yacimiento, medir su potencial arqueológico, llevar a cabo su seguimiento y garantizar su protección.

Otro objetivo era estudiar el tipo de construcción empleado en el casco. Esto era tanto más necesario cuanto que el nombre de uno de los barcos, la Boscaina, parecía tener un posible epónimo de origen vasco, por lo que era importante precisar si la tradición de construcción naval era de origen atlántico o mediterránea. La realización del sondeo que permitió estudiar el pecio, también brindó la oportunidad de tomar muestras para dendrocronología.

Por último, la operación incluyó un estudio preliminar de los artefactos visibles in situ: documentación de la artillería (representada por tubos de hierro forjado de hierro forjado y calzas acompañadas de proyectiles de piedra), dos anclas y la cerámica localizada en el pecio. Para la conservación de los materiales estudiados, se creó un laboratorio de conservación preventiva, cuyos protocolos de actuación se ajustaron a los criterios de la UNESCO. El transporte al laboratorio y el cuidado de los objetos, se han seguido los criterios inspirados en la Guía de Conservación de la DRASSM.

Historia de las naves “la Boscaina” y “la Ferrara”

El descubrimiento de los pecios de la Mortella planteó inmediatamente la cuestión de su origen, su identidad y los acontecimientos históricos que condujeron a su trágico destino en Córcega. Estos interrogantes condujeron a la organización de investigaciones documentales en archivos y bibliotecas franceses, italianos y, posteriormente, españoles, que desembocaron en el estudio de varios casos de naufragios ocurridos en 1526, 1527 y 1555 en la bahía de Saint-Florent.


Para interpretar correctamente los tres acontecimientos históricos descritos, es necesario situarlos en el complejo contexto geopolítico mediterráneo de su época. Este contexto estaba especialmente marcado por las rivalidades entre Francia y España, que se expresaron a través de las guerras entre Francisco I y Carlos V en Italia. La primera mitad del siglo XVI fue testigo de una sucesión de once guerras, que comenzó con el intento de Carlos VIII en 1497 de recuperar el Reino de Nápoles -que consideraba parte de su herencia angevina- anexionado en 1447 por Aragón, y culminó en 1559 -tras más de 60 años de guerras que asolaron toda Europa- con la Paz de Cateau-Cambrésis. Como vemos, sea cual sea la fecha propuesta, es a este tumultuoso contexto político al que están vinculados los naufragios de la Mortella.


En un momento en que la datación del mobiliario de los pecios de Mortella se orienta rápidamente hacia el siglo XVI, fue un suceso de 1555 el que llamó inicialmente la atención y llevó a plantear la primera hipótesis de identificación de estos pecios, dado que se podrían corresponder a dos navíos españoles hundidos en diciembre de 1555 por Antoine Escalin, barón Paulin de la Garde, general de las galeras del rey de Francia. El cronista corso contemporáneo Marc-Antonio Ceccaldi (1520-1560) relata el suceso: cuenta que el barón de la Garde regresaba de Civitavecchia en misión diplomática con una flota de 14 galeras. Una violenta tormenta le llevó a refugiarse en la bahía de Saint-Florent. Al mismo tiempo, una flota de 11 navíos españoles se dirige a Génova. Atrapados por la tormenta, los españoles también se refugian en la bahía de Saint-Florent.


A partir de entonces, con Francia y España en guerra, como hemos dicho, el enfrentamiento era inevitable. Sin embargo, los barcos españoles llegaron a puerto en formación dispersa, mientras que la flota francesa estaba allí concentrada. Fue en estas circunstancias cuando dos barcos de la flota española comandados por Alonso Pimentel, almirante y amigo de Carlos V, fueron capturados y hundidos. En su intento de escapar, dos de los barcos españoles se rompieron en los arrecifes y naufragaron. Este suceso también se relata con algunas variaciones en dos documentos que hemos localizado en los archivos de Simancas en los archivos de Simancas (AGS, Valladolid, España). Se trata de son dos cartas fechadas el 21 de diciembre de 1555 y el 2 de marzo de 1556 del embajador español en Génova, Gómez Suárez de Figueroa a Juana de Austria.

Esta hipótesis es compatible con los orígenes italianos que ha revelado el estudio del pecio, teniendo en cuenta además el contexto geopolítico del siglo XVI, que consagra la alianza entre España y la República de Génova. Sin embargo, la datación dendrocronológica del pecio de la Mortella III sugiere que los naufragios tuvieron lugar en torno al primer tercio del siglo XVI; parece poco probable que las naves de la Mortella naufragaran en 1555 después de 35 años en el mar, o incluso 30 años si tenemos en cuenta algunos años entre el secado de la madera y la construcción de la embarcación.

Aunque esta duración no es imposible, es más del doble de la duración media de un gran navío en el Mediterráneo del siglo XVI. Por este motivo, se prosiguió la investigación documental en busca de un episodio marítimo en la bahía de Saint-Florent con una mayor coincidencia cronológica. Ello condujo a la identificación de varios textos que relatan otros naufragios anteriores en el tiempo, primero en 1526 y luego en 1527, episodio este último que parece -hoy en día- el más probable para explicar la presencia de los restos de la Mortella.

Dos autores Italianos -Paolo Giovio y Agustino Giustiniani-relataron el evento histórico que originó los naufragios:

En el transcurso de 1527, la ciudad de [Génova], entonces bajo el dogado de Antiniotto Adorno, estaba sumida en una terrible hambruna, el grano se había agotado hasta tal punto que se racionaba el pan….. Se armaron cuatro lanzaderas con el apoyo de barcos de Sicilia… para transportar grano a la ciudad, entre ellas las lanzaderas La Ferrara y La Boscaina de Rapallo, que fueron perseguidas por las galeras francesas en el golfo de Saint-Florent, en Córcega, y se vieron obligadas a desembarcar por falta de viento. Las tripulaciones se salvaron, pero los barcos fueron incendiados…

En agosto 1527, la ciudad de Génova aliada a los Habsburgo estaba sitiada por la flota de la Liga de Cognac, que unía las flotas francesas a las del Papa, Andrea Doria y Venecia, y sus habitantes se morían de hambre. Dos naves armadas, la Boscaina y la Ferrara, fueron enviadas en agosto desde Rápalo (puerto a 25 km al sureste de sus aliados Genova) a buscar alimento en Sicilia para intentar romper el bloqueo y abastecer la ciudad. Al hacer escala en el golfo de Saint-Florent, las naves fueron alcanzadas por una flota de 12 galeras francesas. Atrapadas en la bahía por falta de viento, fueron descargadas a toda prisa e incendiadas deliberadamente para evitar que cayeran en manos enemigas.

AQUÍ IRÁ EL MAPA

viaje entre Genova y Corcega

El texto de Giustiniani aporta una serie de datos que -analizados- hacen pensar que los naufragios de 1527 son los que mejor ajustan los hechos arqueológicos a los históricos: se trata de dos navíos oceánicos genoveses destinados al transporte de trigo que, por falta de viento, se ven en peligro de ser alcanzados por una flota de galeras francesas que han salido en su persecución. La opción elegida fue descargar las naves a toda prisa y -en estas circunstancias- es concebible que no hubiera tiempo suficiente para descargar las anclas y los cañones. Según la versión de Giustiniani, las naves fueron entonces incendiadas deliberadamente para evitar que cayeran en manos enemigas.

Este naufragio pone de manifiesto una compleja situación política que revela la división de las ciudades italianas que esta rivalidad franco-española estaba suscitando: por un lado, vemos a Venecia unida al Vaticano en el bando francés, alzándose contra Génova. Por otro, vemos cómo la alianza de Génova con España y la del general genovés Andrea Doria con Francia desembocan en la guerra despiadada de este último contra su propia ciudad natal. El estudio de los textos demuestra que los naufragios de los navi de la Mortella son consecuencia directa de esta espinosa situación política.

Materiales arqueológicos recuperados de los pecios de Mortella

Los restos materiales son escasos en el yacimiento de Mortella, debido posiblemente a varios factores: el incendio que aparentemente destruyó los navíos antes de su naufragio o el expolio que haya podido tener lugar en el yacimiento antes de la intervención arqueológica son explicaciones podrían explicar en parte la ausencia de material, pero todo apunta que principalmente se debe a que las naves fueron vaciadas antes de su hundimiento, principalmente del material mas ligero, de ahí que aun se conserven los cañones o las anclas, elementos valiosos pero muy pesados.

CERÁMICA

El estudio ceramológico fue desarrollado por Franck Allegrini Simonetti (Departamento de Arqueología de la Córcega), y permite acotar cronológicamente las piezas a la primera mitad del S. XVI.

Para el caso de Mortella III, la cerámica está representada por una serie de fragmentos, localizados sobre todo en la parte trasera del pecio; se pueden reconocer cuencos, jarros, ollas y jarras, esencialmente productos del norte del Tirreno. Es el caso, en particular, de fragmentos de mayólica procedentes de Montelupo Fiorentini o de fragmentos con decoraciones incisas procedentes de un centro de producción pisano.

Para el caso de Mortella II, destaca la calidad de la cerámica localizada. El estudio preliminar de este conjunto cerámico, realizado por Marco Milanese (Universidad de Sassari), destaca que de los muchos fragmentos encontrados fue posible reconstruir algunos casi al completo, esencialmente cerámica mayólica de Montelupo, con una gran cantidad de decoraciones. Además, la cronología exacta del pecio de Mortella permite asociar una fecha precisa al elevado número de testimonios de loza vidriada con estaño de Montelupo conocidos. Los datos disponibles a día de hoy indican que el barco no llevaba un cargamento de cerámica, sino que su viaje (y el de su barco gemelo Mortella III) fue para otros fines, como el suministro de grano necesario para la población de la ciudad de Génova.

CAÑONES

El yacimiento de Mortella III contiene nueve piezas de artillería de unos 2 m de longitud y 35 a 40 cm de diámetro. Su morfología, a pesar de las concreciones que contienen, es similar a las piezas de hierro forjado caracterizadas por grecas que formaban salientes y anillos de manipulación. A estas nueve piezas hay que añadir cinco elementos, interpretados como culatas, de 70 a 80 cm de longitud.

En el pecio de Mortella II, por su parte, se localizan también diversas piezas de artillería de hierro forjado con aros, en concreto seis tubos y cinco brechas. Además se localizaron 6 balas de cañón, al que se suma otro mas localizado durante la prospección de 2007, con diferentes calibres: 21 cm, 17 cm, 15,8 cm y 11,5 cm.

Este tipo de cañones, denominados bombardas, fueron de uso general en las naves entre el S. XV hasta mediados del S. XVI, cuando ceso su fabricación en favor de la artillería de hierro fundido.

Toda la artillería encontrada en el pecio Mortella II, así como en el Mortella III, pertenece a la misma tipología de piezas. Estos cañones constaban de un cañón, una recámara y una culata o cureña de madera. Los cañones eran tubos cilíndricos abiertos por ambos extremos, que podían cargarse por la parte trasera (carga por la culata). Normalmente su construcción era similar a la de los barriles, hechos de largas duelas de hierro de sección trapezoidal, unidas por manguitos cilíndricos cortos, reforzados con gruesos aros que se superponían a las numerosas costuras de los manguitos. Las recámaras se cargaban con pólvora; podían estar hechas de duelas y aros, como los cañones, o de una sola pieza de hierro forjado o fundido. Las culatas de madera solían ser monóxilas, hechas de medio tronco hueco reforzado con hierro, a la que se sujetaban los cañones. En la parte trasera probablemente para drenar el agua mezclada con vinagre que se utilizaba para refrescar las armas cuando era necesario.

Este tipo de cañones, denominados bombardas, fueron de uso general en las naves entre el S. XV hasta mediados del S. XVI, cuando ceso su fabricación en favor de la artillería de hierro fundido.

Toda la artillería encontrada en el pecio Mortella II, así como en el Mortella III, pertenece a la misma tipología de piezas. Estos cañones constaban de un cañón, una recámara y una culata o cureña de madera. Los cañones eran tubos cilíndricos abiertos por ambos extremos, que podían cargarse por la parte trasera (carga por la culata). Normalmente su construcción era similar a la de los barriles, hechos de largas duelas de hierro de sección trapezoidal, unidas por manguitos cilíndricos cortos, reforzados con gruesos aros que se superponían a las numerosas costuras de los manguitos. Las recámaras se cargaban con pólvora; podían estar hechas de duelas y aros, como los cañones, o de una sola pieza de hierro forjado o fundido. Las culatas de madera solían ser monóxilas, hechas de medio tronco hueco reforzado con hierro, a la que se sujetaban los cañones. En la parte trasera probablemente para drenar el agua mezclada con vinagre que se utilizaba para refrescar las armas cuando era necesario.

En el extremo posterior, la culata de madera tenía una prolongación vertical; una cuña de madera estaba entre ésta y la recámara para evitar que ésta saliera despedida hacia atrás al disparar y para aumentar la sujeción con el cañón. Se podían añadir un par de pequeñas ruedas bajo la parte delantera de las culatas para aumentar la movilidad; su diámetro variaba según la colocación en el barco y la altura de cubierta a babor. Para apuntar el cañón posible simplemente levantando su parte trasera con una cuña o una cremallera.

Junto a los cañones se localizaron balas de cañón de piedra, que se pueden dividir en dos categorías: balas de cañón intactas y balas de cañón agrietadas o fragmentadas. A este respecto resulta esclarecedor comparar las balas de piedra encontradas en el pecio del Mortella III y las halladas en el pecio del Lomellina (construido hacia 1504 y hundido en 1516). Tiene tres diámetros: 96 mm, 125 y una mayoría (una veintena de balas de cañón) con un diámetro comprendido entre 220 y 230 mm con un peso medio entre 16 y 17 kg.

Los diferentes análisis petrográficos realizados durante cada campaña arqueológica muestran que, excepto una bala de cañón de serpentina, roca de tipo metamórfico más bien originaria del norte de Italia y típica de las costas del golfo de Génova, la naturaleza de las rocas utilizadas para la fabricación de bolas de cañón de pequeño calibre está frecuentemente asociada a rocas de origen volcánico del sur de Italia.

ANCLAS

Dos anclas de hierro fueron localizadas en el perímetro del pecio de Mortella III.

El Ancla Oeste, se localizaba a 15 metros al oeste del túmulo A. tenía una longitud de 4.5 metros y pesaba aproximadamente 800 kg.

El ancla Sur, situada a 15 metros al sudoeste del túmulo B, tenía unas dimensiones de 4,3 m., con un peso aproximado de 660 kg.

Mortella II: En este pecio también se localizaron dos anclas.

El ancla este, conocida desde el descubrimiento del pecio, es claramente visible en el centro del yacimiento; se conserva en todas sus partes de hierro, pero falta la culata de madera, destruida por el fuego provocado cuando se abandonó el barco y/o por los xilófagos marinos.

El ancla oeste, descubierta el primer día de la campaña de 2021, se encuentra a 4 m al oeste; es la más pequeña y no está completamente conservada, ya que le faltan la anilla, la cabeza, la culata de madera y la mayor parte del ancla.

Desde un punto de vista morfológico, las anclas Mortella son muy similares: todas ellas tienen un anillo, una cabeza abombada ovalada, las tuercas en el mismo plano que los brazos, los brazos curvados y las aletas triangulares. Los ángulos entre el vástago y los brazos (medidos en la corona) tienen muy poca variación, debido a una forja imperfecta o a una deformación durante el uso.

Es posible estimar el peso de las anclas multiplicando la densidad del hierro por su volumen (calculado a partir de las dimensiones tras restar el espesor de la concreción). Seria de unos 490 kg para el ancla oeste de Mortella II hasta los 800 kg para el ancla Oeste de Mortella III.

OTROS MATERIALES

Además de los materiales citados, en los pecios de Mortella se localizan otros restos de gran interés, como son grandes cantidades de cuerdas (la mayoría quemadas), un pequeño tonel, huesos de bovino o la bomba de achique en Mortella III

El sistema de bombeo del Mortella III es probablemente una “bomba elevadora” que eleva el agua por la acción de un pistón. Para extraer el agua de las sentinas, se instala una bomba en una caja, formada por cuatro tablones unidos por postes cuadrados que forman un mamparo. La válvula inferior de la bomba se apoya en los varengues. En la parte superior se supone que hay una solapa de cuero, hoy desaparecida. El cuerpo de la bomba es cilíndrico y está ahuecado en el interior para alojar un pistón. En el caso del pecio de Mortella III, sólo se ha conservado la válvula inferior, el pie y el cuerpo de la bomba.

Datación a través de la Dendroarqueología y técnicas de análisis de laboratorio

La dendrocronología es la disciplina científica que estudia los cambios ambientales registrados en los anillos de crecimiento anual de los árboles.

Los pecios son el objeto de estudio más complejo para el análisis dendrocronológico, dado que los barcos podían construirse con madera de distintas procedencias y repararse después en diferentes astilleros. Por ello, el éxito de la datación dendrocronológica suele estar estrechamente ligado al número de muestras adecuadas que se tomen para el análisis.

El estudio dendrocronológico, realizado desde 2012 por Fabien Langenegger (Office de l’archéologie l’archéologie et du Patrimoine du canton de Neuchâtel, OPAN), ha permitido establecer un terminus post quem para el periodo de construcción del edificio.

El primer análisis se realizó sobre una única muestra que contenía albura, pero posteriormente, sobre las muestras tomadas en Mortella II, se corroboró esta datación a partir del análisis de trece muestras con 546 anillos, todas ellas tomadas de roble caducifolio, cuatro de las cuales se completaron con éxito con la presencia de albura y tres de las cuales presentaban también cambium. Las dos principales conclusiones de este estudio son las siguientes:

– Las curvas están sincronizadas con los puntos de referencia “del norte de los Alpes, el Allier, Borgoña y Lorena hasta Suiza”. Sin embargo, se necesitarían nuevas muestras necesarias para determinar el lugar o lugares de abastecimiento.
– Los cálculos permitieron establecer la fecha probable de tala de los árboles utilizados para la construcción del casco al otoño-invierno de 1521.

La cronología puesta de relieve por estos estudios, junto con las pruebas arqueológicas y la documentación textual, no deja lugar a dudas sobre la identidad de los pecios de Mortella: los barcos Boscaina y Ferrara, hundidos en agosto de 1527 en el contexto histórico de la Séptima Guerra Italiana.

Fotogrametría de los pecios de Mortella

El levantamiento ortofotográfico/fotogramétrico se desarrolló a lo largo de todas las campañas de excavación, lo que permite recrear su desarrollo a lo largo de las distintas campañas. Se llevó a cabo con un triple objetivo:

      – Obtener una ortografía del yacimiento, en interacción con el levantamiento topográfico
      – Posicionar con precisión los objetos y generar una imagen tridimensional del yacimiento
      – Obtener una imagen calibrada del yacimiento que permita realizar mediciones, observaciones y, en definitiva, ayudar a comprender la disposición del yacimiento.

MORTELLA III

Bajo el túmulo A, se localizaron los restos del casco orientado según un eje noreste/suroeste. La quilla y contraquilla se conservan en toda su longitud, pero la roda ha desaparecido. El talón de la quilla se encuentra en la parte norte. Es visible también el inicio del poste. Los restos localizados bajo el túmulo B son simétricos a los localizados bajo el túmulo A.

Manga: 10,50 m
Eslora de quilla: 26 m
Eslora total: 37 m
Profundidad de bodega (hasta la 2ª cubierta) 6.15 m
Número de mástiles: 3
Carga estimada: 550 a 570
toneladas (11.600 a 11.900 cantares)

MORTELLA II

A partir de la fotogrametría se pueden generar planimetrías de los pecios Y videos tridimensionales

Reconstrucción de los pecios de Mortella

La información obtenida de las fuentes documentales, la proximidad geográfica de los pecios de Mortella II y III, y la similitud del material encontrado, en particular la artillería y las anclas, permiten concluir que ambos navíos estaban relacionados en el mismo evento histórico, e identificarlos de esta forma con las naves documentadas de Boscaina y Ferrara. El estudio dendrocronológico y petrológico confirman la relación entre ambas naves, destacando el mismo origen para las balas de cañón de basalto encontradas.

Las hipótesis de restitución del pecio de la Mortella 3 son las de un navío de 550 a 570 toneladas de peso. Se sitúa en la franja baja del tonelaje medio de este tipo de buques, cuyo tamaño medio era de 700 toneladas a principios del siglo XVI. El barco tenía dos cubiertas y tres mástiles y sus dimensiones se han estimado, a partir de los restos y tratados de la época, en 37 m de eslora por 10,50 m de manga, con una longitud de quilla de 26 metros y un hueco en la primera cubierta de 4,30 metros.

  1. En primer lugar, las dimensiones indicadas reflejan una relación anchura/longitud de quilla/eslora total expresada por una proporción del orden de 1:2,48:3,50, lo que significa que la forma del buque era particularmente estirada para un buque mercante.
  2. Su forma transversal era especialmente redondeada, como se desprende del estudio de la “figura” de su pareja maestra, cuyo perfil se aproxima más a la forma recomendada por los constructores ibéricos que a la ilustrada por los venecianos.
  3. La tercera particularidad de la Mortella III es la marcada inclinación de su viga maestra.

Los navíos de Mortella pertenecen a la tipología de barcos mercantes más importantes mediterráneos del Renacimiento, llamada nave en italiano. (plur. navi). Fueron especialmente utilizadas por los genoveses como principal medio de transporte para el comercio y se construían en astilleros privados. A falta de fuentes genovesas, la principal información textual sobre las características constructivas de las navi procede de Venecia, la proporcionan autores venecianos como Michele da Rodi y Zorzi Trombetta da Modon para el siglo XV, o Teodoro de Nicolò y el Ragusano Nicolò Sagri para el siglo XVI.

En esos siglos, las características de las navi pueden resumirse como sigue:

  1. Estaban dotadas de dos o normalmente tres mástiles, aunque muy raramente podían tener cuatro. El trinquete y el palo mayor estaban equipados con velas cuadradas, mientras que el palo de mesana (y el bonaventure, cuando lo había) tenía una vela latina. Solían tener dos o tres cubiertas (coperte), incluida la cubierta superior (tolda). Generalmente iban armadas con varias piezas de artilleríapara su defensa.
  2. Los navi eran los barcos mercantes más grandes del Mediterráneo. Manlio Calegari calculó que, en 1509, el tonelaje medio de un navi genovés era de 14.000 cantari 1, es decir, algo menos de 670 toneladas métricas de peso muerto neto, lo que corresponde a 930 m3 de tonelaje neto. Las unidades más pequeñas superaban los 8.000 cantari, es decir, 380 toneladas métricas de peso muerto neto y 530 m3 de tonelaje neto.
  3. Entre 3000 y 8000 cantari (140-380 t) los barcos genoveses se clasificaban como barche (sing. barca). Este término puede ser bastante confuso, ya que también puede referirse a barcos más pequeños. Las barcas más grandes tenían características constructivas similares a las navi, pero con dos o tres mástiles y dos cubiertas.

Bibliografía

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  3. Cazenave de la Roche, Arnaud; Ciacchella, Fabrizio; Guérout, Max; Langenegger, Fabien; Milanese, Marco; Crespo Solana, Ana. 2022, « Review of the research programme on the Mortella III wreck (2010-2020, Corsica, France): A contribution to the knowledge of the Mediterranean naval architecture and material culture of the Renaissance », in Open Research Europe ORE, Ed. F1000 Research Publishing, 2:6. https://doi.org/10.12688/openreseurope.13942.1 (último acceso: 11 de mayo de 2023)
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Créditos

fotografías realizadas por:

  • Christoph Gerigk
  • Centre d’Etudes en Archéologie Nautique (CEAN)
 

La excavación del pecio de Ribadeo fue realizada por:

En el video del diario “El País” interviene:

  • Fernando Suárez (Alcalde de Ribadeo)
  • Miguel San Claudio Santa Cruz (Archeonauta S.L.)
  • Unidad de Buceo del Ferrol (UBUFER)

La fotogrametría del yacimiento fue realizada por:

El estudio de fauna ha sido realizado por:

Estudios de cerámica y materiales no-orgánicos:

Trabajos realizados con la colaboración de:

Agradecimientos

Este proyecto no hubiera sido posible sin la colaboración de diversas instituciones y expertos reconocidos internacionalmente en el campo de la Arqueología marítima: El Instituto de Historia, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); el Institute of Nautical Archaeology (INA, Texas, USA); la University of Wales Trinity Saint David (UWTSD), Maritime Archaeology Trust (MALtd, Southampton); así como la Alcaldía de Ribadeo, la Asociación de Amigos del Galeón de Ribadeo, especialmente a Ainhoa López Formadela; la Unidad de Buceo de El Ferrol (UBUFER), la Direccion Xeral de Patrimonio (Xunta de Galicia), y tantos colaboradores, voluntarios, estudiantes y expertos que han buceado en la historia de este excepcional galeón de guerra de la España del siglo XVI, un patrimonio para conocer, respetar y conservar.